JESÚS Y EL TEMPLO
Quizá la cuestión de la actividad de Jesús en el Templo sea
el punto de comienzo más seguro para una investigación, aunque habría que
señalar que la cuestión de Jesús y el templo conlleva una gran cantidad de
incertidumbre normal en el estudio de los Evangelios. No hay acuerdo firme
acerca de la unidad e integridad de los pasajes básicos concernientes a la “purificación del templo” (Marc.
11:15-19)(1), ni certeza absoluta acerca
de la autenticidad de los dichos acerca de la destrucción del templo(Marc. 13:2(2); Mat. 26:61//Marc.
14:58(3)). A pesar de esto, es muy
probable que Jesús hiciera algo en el Templo y dijese algo acerca de su
destrucción(4). La acusación que Jesús amenazó
al templo está reflejada en tres otros pasajes: la escena de la crucifixión(Mat. 27:39; Marc. 15:29); el discurso de Esteban (Hechos 6:13); y, posterior a la interpretación de
la Pascua de Resurrección, en Juan 2:18-22.
El conflicto sobre el templo parece profundamente implantado en la tradición, y
parece indiscutible que dicho conflicto existió(5).
LA PURIFICACIÓN DEL TEMPLO
La comprensión más antigua del evento y la que aún
predomina, es que se trata de la “limpieza”
del templo. Esto implica una profanación o contaminación prior, y dicha
profanación ha sido encontrada en la realización del comercio dentro o
alrededor(6) del precinto del templo. Para
muchos esto es la degradación de la religión verdadera, y Jesús intentaba
purificar el templo de manera que este cumpliese mejor su propósito. Edersheim era de la opinión que “todo este tráfico -cambio de dinero, venta de palomas, y
mercado de ovejas y bueyes- era en sí mismo, y según las circunstancias de sus
servidores, una terrible profanación”(7).
Hay que señalar que Abrahams, en desacuerdo
con Edersheim, acepta, no obstante, sus
principales premisas: lo externo es malo, y Jesús estaba en lo correcto cuando
atacaba esto. Edersheim aceptó el cargo de corrupción (cueva
de bandidos, Marc. 11:17) como
componente necesario de cualquier tipo de comercio(8).
Abrahams afirma en contra con la observación que aunque algunos abusos
individuales pueden haber ocurrido, una generalización de esto sería
injustificada(9). Aunque él también aprueba el
ataque de Jesús contre el “externalismo”.
Cuando Jesús tumbó las mesas de los que realizaban el cambio de dinero y
expulsó a los vendedores de palomas del Templo, le hizo un gran servicio al
Judaísmo(10). Extraña postura para alguien que
adopta y argumenta que la compra y venta eran necesarias para la continuación
de los sacrificios en el templo(11). Esto
muestra la gran influencia de la opinión que Jesús
se oponía a lo externo en nombre de la verdadera interioridad religiosa.
Parece ser que la asunción es que Jesús hizo, y quería que
aceptaran sus contemporáneos, una distinción entre este tipo de “práctica” y el “verdadero
propósito” del Templo. Esto parece que debe más al punto de vista del
siglo diecinueve que al punto de vista Judío durante el siglo primero(12). Aquellos que escriben acerca del deseo de Jesús
de hacer que el templo cumpliese con su propósito original y verdadero, el culto “puro”
de Dios(13),
parecen olvidar que la principal función de cualquier templo es servir como
lugar de sacrificio, y que los sacrificios requieren del abastecimiento de
animales apropiados. En tiempos de Jesús, el Templo era desde hacía tiempo el
único lugar en Israel donde se podían ofrecer sacrificios, y esto significa que
animales y pájaros debían estar disponibles en el enclave del Templo. No hubo
nunca un “tiempo” original en el que el
Templo estuviese limpio del comercio que requería el sacrificio de animales.
Además, nadie recuerda un tiempo cuando los peregrinos no llevaran monedas
diferentes. En el punto de vista de Jesús y sus contemporáneos, el
requerimiento del sacrificio debe siempre haber involucrado el abastecimiento
de animales sacrificables, su inspección, y el cambio de dinero. Uno se
pregunta qué tienen en mente los estudiosos que hablan acerca del deseo de
Jesús de acabar con este “uso particular”
del Templo. Qué quedaría del servicio si los supuestamente corruptos
externalismos de los sacrificios, y el comercio necesario hubieran sido
eliminados? Como siempre vemos aquí el fallo en pensar concretamente y una
preferencia por las vagas abstracciones religiosas.
El punto más importante a reconocer es que el requerimiento de presentar una
paloma “sin defecto” como sacrificio por
ciertas impurezas o trasgresiones era un requerimiento “dado por Dios a Israel a través de Moisés”(14). Los negocios en el Templo eran “necesarios” si se quería cumplir con los
mandamientos. Un ataque contra lo que era necesario no es un ataque contra las
“prácticas que se llevaban a cabo”.
Si estas eran las circunstancias, había algo relacionado con
el Templo que hubiera podido dar lugar a los ataques contra “las prácticas del momento” como distintas a lo que
había de ser el servicio mismo? Se conocen ataques basados en una distinción
entre “práctica” e “ideal”
que tienen como centro la pureza del templo. Ayudará esto a situar a Jesús como
reformador religioso, con tendencia a limpiar el Templo? Parece que no. Los
ataques se fundan en cargos acerca de los cuales los Evangelios guardan
silencio: la idoneidad de los sacerdotes para realizar sus oficios. Estos
cargos ya aparecen en el periodo bíblico. Así en Malaquías
3 el “mensajero de la alianza purificará a los
hijos de Leví” hasta que presenten “oblaciones
legítimas”. Esto puede haber sido tomado en sentido escatológico, aunque
el énfasis del capítulo es que los Levitas eran impuros (3:3) y que todo Israel estaba robando a Dios
quedándose con porte de los diezmos(3:6-10).
Debían cambiar sus conductas o enfrentarse a la destrucción.
Estas acusaciones continuaron en el periodo posterior. En
tiempos de los Asmoneos, hubo objeciones a la combinación de los oficios de
sacerdote y rey(15) y contra “su usurpación” del
sumo sacerdocio(16). El autor(es) de los Salmos
de Salomón también objeta contra los sacerdotes contemporáneos debido a que
sirven en el Templo en estado de inmoralidad e impureza. Son acusados de
cometer adulterio, robo del santuario, y ofrecer sacrificios en estado impuro
debido a haber estado en contacto con sangre menstrual(8:9-14).
Los Sectarios del Mar Muerto acusaron al “Sacerdote
Malvado” de cometer acciones abominables y profanar el Templo (IQpHab 12:8f). También “robaba
a los Pobres sus posesiones” (ibid. 12:10;
cf. 11:4-7), aunque esto se refiere
aparentemente a sus actos en tanto que rey, como queda aclarado en 8:8-11 (cf.
11:4-7). Acusaciones similares pueden observarse en el Documento de Damasco:
“Y ellos también contaminan el
Templo pues no mantienen separado de acuerdo con la ley, sino que se acuestan
con la que ve la sangre de su flujo menstrual. Y toman por mujer a la hija de
su hermano y a la hija de su hermana…..” (CD
5:6-8).
El cargo de impureza en parte refleja disputas haláquicas
como la duración de la impureza en una mujer después de su menstruación(17), y otras disputas más. Así, la Secta del Mar
Muerte habría seguido un calendario diferente del usado en Jerusalem, con el
resultado que todos los sacrificios eran, desde su punto de vista, en el día
equivocado (ver de nuevo 1QpHab 2 7)(18). Hay que suponer que los Fariseos también se
querellaron con la práctica Saducea debido a desacuerdos haláquicos(19).
La crítica de cualquiera que maneja dinero o mercancías es
fácil y obvia tanto más cuando los sacerdotes del segundo Templo eran tenidos
aún como deshonestos(20). Muchos estudiosos del
Nuevo Testamento suponen que semejantes preocupaciones estaban tras la
manifestación de Jesús.
Si Jesús hubiera sido un reformador religioso con tendencia
a corregir los “abusos” y las “prácticas del momento”, se deberían oír cargos de
inmoralidad, deshonestidad y corrupción “contra los
sacerdotes”(21). Pero semejantes cargos
están ausentes en los Evangelios (excepto en Marc.
11:17), y este no es el motivo de la
acción en el Templo. Al contrario, el ataque era contra el comercio que era
necesario para los sacrificios no importa quienes fueran los sacerdotes y sin
mención del “halakot” que seguían. Parece, pues,
que Jesús se manifestó contra todo lo que los demás habrían considerado
necesario para el sistema sacrificial, en lugar de contra la práctica del
momento.
Si el dicho en Marcos 11:17
es un comentario original de Jesús sobre por qué “purificó”
el Templo, sin embargo, habría que aceptar que era de hecho el comercio y los
sacrificios lo que le preocupaba, posiblemente debido a la deshonestidad en
ello involucrada(22). En este versículo la cita
mezclada de Isa. 56:7 y Jer. 7:11 dice que el Templo debía ser casa de
oración(Marcos dice “para todos los/las
Gentiles/gentes”), y “vosotros” la
habéis convertido en cueva de ladrones. El dicho es rechazado correctamente por
la mayoría de los estudiosos como una adición(23).
Roloff ve el versículo 17 como un añadido
debido a la introducción “Y les enseñaba, diciendo”(24). A.E. Harvey propuso que la cita en Marcos 11:17 no puede representar un dicho de
Jesús. “Casa de oración para todos los Gentiles”
“difícilmente pudo haber sido extraída de la versión
Hebrea que Jesús habría usado”. Añade que “cueva
de ladrones” es inapropiado, dado que “ladrón”
siempre implica “ataque/invasión”, nunca “timador/estafador”(25).
Que estos y otros estudiosos que rechazan el v. 17
piensan que Jesús se oponía a la práctica del momento, no al templo mismo,
muestra cuan profundamente arraigado estaba el punto de vista que mantiene que
Jesús se opuso al corrupto externalismo. Toman esto como si el mero hecho de
comprar y vender, sin ningún cargo de robo, era visto por Jesús como en contradicción
con la pureza del templo.
Si uno pasa por alto el “ladronismo”
en Marcos 11:17 y se centra en “casa de oración”, uno puede argumentar que Jesús
estaba contra el sacrificio mismo. Este punto de vista ha sido ocasionalmente
apoyado(26), para ello se ha citado a Os.6:6 en Mat. 9:13 y
12:7, “Misericordia quiero, que no sacrificio”.
Pero como Davies señala correctamente descartando este punto de vista, “Mat. 5:23-24 y Hech. 2:46 serían
inexplicables si mantenemos este punto de vista acerca de Jesús”(27).
Hay una última posibilidad de ver a Jesús con tendencia
hacia la purificación y la reforma: quería eliminar todo comercio fuera del
recinto del Templo. El comercio que se realizaba dentro del recinto del Templo
se llevaba a cabo en el patio de los Gentiles(28).
Acaso difería Jesús de sus contemporáneos al querer expandir la zona santa a
todo el recinto? Que se sepa, nadie ha propuesto esta interpretación aunque se
podría hacer(29). Este punto de vista podría
haber sido sugerido por la última frase en Zacarías
14:20:
“…….Y aquel día no habrá más
comerciantes en el templo de Yahvé Sebaot”.
En un contexto en el cual todos los utensilios de cocina en
Jerusalem han de ser ritualmente puros, de manera puedan ser usados para
preparar la carne del sacrificio, no debía haber comerciantes en el recinto;
toda la zona debía ser purificada.
Es muy poco probable que éste sea aquí el motivo detrás de
la acción de Jesús. Un pasaje, Marcos 7:1-5,
describe a los seguidores de Jesús rechazando la extensión a la gente laica de
las leyes de pureza bíblicas que gobernaban al sacerdocio. Dudo de la
autenticidad de este disputa, pero en cualquier caso no hay evidencia para
atribuir a Jesús la intención de expandir el código de pureza de la forma que
deseaba Zacarías.
Esto lleva una vez más a ver que la noción detrás de la
discusión sobre la “pureza” a cargo de los
estudiosos del Nuevo Testamento es moderna. Los estudiosos del Nuevo Testamento
que escriben acerca de la preocupación de Jesús por la pureza del Templo
parecen tener en mente una idea familiar a los Protestantes: el culto “puro” consiste en la Palabra, y todo rito externo ha
de ser purgado. En el Judaísmo del siglo primero la preocupación por una pureza
ampliada seguramente involucraba una expansión de los ritos, como en el caso de
las abluciones. Habría que descartar el punto de vista que la acción de Jesús
estaba relacionada con la purificación del culto a Dios(30).
No parece que Jesús realizare ningún gesto a favor de
incluir a los Gentiles en el reino, aunque puede haber considerado su inclusión
en el eschatón. La evidencia muestra que
Jesús no estaba directamente interesado en los
Gentiles. A la luz de todo esto, el lugar de comercio, y consecuentemente de la
acción de Jesús, ha de ser visto como casual y no determinativo para el
significado del evento(31). Cualquier acción
pública debe haber sido realizada en un lugar en el cual las actividades
relacionadas con el Templo eran realizadas y al cual Jesús tenía acceso. En
orden a derivar el significado del evento directamente del lugar donde fue
llevado a cabo (presumiblemente en el patio de los Gentiles), o de la actividad
particular que fue atacada (el comercio necesario preliminar al sacrificio),
habría que pensar que Jesús seleccionó el lugar y la actividad de entre varias
disponibles. Este, sin embargo, parece no ser el caso. Jesús podía tener acceso
al Atrio de los Sacerdotes, y por lo tanto a un lugar más directamente
conectado con la preparación de los sacrificios, si hubiera pretendido
presentar una ofrenda por pecado o culpa; pero a parte de usar semejante ardid
se trataría solamente del comercio en el patio de los Gentiles lo que habría
sido atacado.
La propuesta que la acción de Jesús fue a favor de los
Gentiles tiene el mérito de entenderla como simbólica.
Hay otra afirmación acerca del significado de la acción de
Jesús en el Templo a señalar. Se piensa que Jesús actuó primariamente resentido
con la jerarquía del Templo, aquellos que tenían bastante interés en los
beneficios derivados de la venta de aves de ofrenda y cambio de dinero. Así,
por ejemplo, Trautmann argumenta que Jesús objetó a los Saduceos por combinar
políticas y economía con el Templo y también se opuso a su teología de
expiación mediante el sacrificio y el culto(32)-como
si los demás Judíos no creyeran en la expiación mediante sacrificios. Se ha
realizado a menudo una distinción entre el ataque de Jesús a la Ley, que se
cree fue dirigido contra los Fariseos y los escribas, y su ataque al comercio
del Templo, dirigido contra los sacerdotes y los Saduceos(33). Esta distinción es bastante engañosa. La Ley era
generalmente reverenciada, y el Templo era el centro de esperanza y devoción
religiosa en todo el Judaísmo. No hay indicación que señale que la acción de
Jesús estuviese dirigida solamente contra alguna práctica en particular.
Hay pues buenas razones para dudar de los puntos de vista
prevalecientes acerca del evento en la zona del Templo: que la acción fue la de
un reformador religioso, con inclinación hacia las prácticas “purificadoras”; que la localización, el patio de los
Gentiles, indica que la acción tenía primariamente que ver con abrir el culto
del Templo a los no-Judíos; que la acción iba dirigida principalmente contra
los dirigentes del Templo y el partido de los Saduceos.
Hay otra interpretación que
parece completamente correcta. La acción de Jesús ha de ser vista como
una manifestación simbólica(34). La cuestión es
qué simbolizaba esta acción. Como bien ha señalado Hengel, cualquier esfuerzo
real para acabar con el comercio necesario para el servicio del Templo habría
requerido un ejército, y no hay evidencia alguna de conflicto marcial(35). Es razonable pensar que Jesús (y quizá algunos de
sus seguidores, aunque ninguno es mencionado) tumbasen algunas mesas como
acción demostrativa. Aunque parece que la acción no fue lo suficientemente
substancial como para interrumpir la rutina diaria; porque si lo hubiera sido
sin duda habría sido arrestado en el lugar. Así que aquellos que hubieran
presenciado esto, y aquellos que lo hubieran oído, se habrían dado cuenta que
se trataba de un gesto que trataba de señalar una dirección más bien que de
obtener un resultado concreto; o sea, habrían visto la acción como simbólica.
La discusión acerca de si Jesús tuvo éxito en interrumpir el
funcionamiento del Templo señala en la dirección correcta para ver lo que la
acción simbolizaba aunque no cumplía: simbolizaba destrucción. Este es uno de
los significados más obvios de la acción. Algunos se dieron cuenta de esto,
pero la fuerza de la obviedad de este punto queda oscurecida dado que
continuaron pensando que Jesús se estaba manifestando contra el aprovechamiento
de los Saduceos y a favor de una purificación del Templo de todo externalismo(36). Si Jesús hubiera querido realizar un gesto que
simbolizara purificación, lo habría realizado sin duda. La libación con agua
viene a la mente. El tumbar las mesas de los cambistas señala hacia
destrucción.
Lo importante para aquellos que presenciaron u oyeron acerca
esta acción fue seguramente, o al menos en parte, que Jesús estaba atacando al
servicio del Templo ordenado por Dios. No sólo los sacerdotes se habrían
sentido ofendidos, sino todos aquellos que creían que el Templo era el lugar
donde se les había exigido a todos los Israelitas ofrecer sacrificios, para
expiar sus pecados. Además, es difícil imaginar cómo Jesús podría haber visto
todo esto si no en esos términos. Hay que suponer que Jesús “sabía lo que estaba haciendo”: como otros muchos,
veía los sacrificios como ordenados por Dios, sabía que requerían una cierta
cantidad de comercio, y sabía que realizar este gesto hacia la interrupción del
comercio representaba un ataque contra los sacrificios ordenados por la
divinidad. Por lo tanto la acción simbolizaba finalmente un ataque, y dicho “ataque” no estaba muy lejos de la “destrucción”.
Pero qué significa esto? Sobre qué se fundamentaba Jesús
para atacar –y simbolizar la destrucción de- lo que había sido ordenado por
Dios? La respuesta obvia es que la destrucción, a su vez, mira hacia la restauración(37).
DICHOS ACERCA DE LA DESTRUCCIÓN DEL
TEMPLO
La primera forma que se encuentra en los Evangelios de un
dicho acerca de la destrucción del Templo es una de simple “predicción”, sin implicar amenaza:
“Al salir del Templo, uno de sus
discípulos exclamó: Maestro, mira qué piedras y qué construcciones. Jesús le
dijo: Ves estas grandiosas construcciones? No quedará piedra sobre piedra, ni
una que no sea derruida”(Marc. 13:1-2).
A esta predicción los sinópticos añaden un “pequeño Apocalipsis”. Parece como si la frase
fuese originalmente independiente de todo este contexto(tanto la introducción,
que, como observa Butlmann, parece concebida para suscitar el dicho(38), y el Apocalipsis adjunto), pero parece que Jesús
dijo algo parecido y lo aplicó al Templo. De hecho, otras tradiciones contienen
la acusación que “amenazó” al Templo, una de
estas es la escena del juicio:
“Algunos, levantándose, dieron
contra él este falso testimonio: Nosotros le oímos decir: Yo destruiré este
Santuario hecho por hombres y en tres días edificaré otro no hecho por hombres”(Marc. 14:57-58)
“Al fin se presentaron dos, que
dijeron: Éste dijo: Yo puedo destruir el Santuario de Dios y reedificarlo en
tres días”(Mat. 26:60-61).
Los informes de lo que se dijo en la escena del juicio son muy
difíciles de verificar. De hecho, uno podría preguntarse si o no el “juicio”
entero ante el sumo sacerdote y otros no es mayormente ficción. Incluso si la
escena entera fue compuesta después de la Pascua, aún parecería que esta
acusación específica está basada en una memoria precisa del punto principal en
el que Jesús ofendió a muchos de sus contemporáneos. Uno puede imaginarse la
consiguiente pluma Cristiana “corrigiendo” la escena en la que Jesús es acusado
de blasfemia por afirmar ser el Hijo de Dios(Marc. 14:61-64), aunque cuesta
imaginar un origen completamente ficcional de la acusación de haber amenazado
de destruir el Templo. Sin duda, esto no lleva a ningún sitio. Según los
evangelistas, el testimonio de los testigos de lo que Jesús dijo no concuerda,
y la acusación fue aparentemente descartada. Por otro lado, la implicación de
insurrección física que parece contener la acusación es algo en lo que
difícilmente habría pensado un autor Cristiano. Lucas elimina la acusación de
la escena del juicio, y Mateo y Marcos la caracterizan como falsa. El contraste
en Marcos “hecho por (manos
de) hombres”, “no
hecho por (manos de) hombres” puede también ser un intento de anular
esta implicación(39).
Más sorprendente es la reaparición del cargo en otras
tradiciones. En la escena de la crucifixión Mateo
(27:40) y Marcos (15:20)(aunque de
nuevo no en Lucas) describen a la muchedumbre llamando a Jesús “aquel que iba a destruir el Templo y reconstruirlo en
tres días”. De acuerdo con Hechos 6:14
la acusación contra Esteban era que había dicho –incluso después de la muerte y
resurrección de Jesús- que “este Jesús de Nazaret
destruirá este lugar”(el Templo). Si se pudiese estar completamente
seguro de la historicidad de esta acusación contra Esteban, quedaría claro que
Jesús había hablado de manera tan firme que aún los Cristianos continuaban
esperando la inminente destrucción del Templo. Hay que señalar que el autor de
Hechos dice que la acusación contra Esteban fue realizada por falsos testigos(Hechos 6:13). Esto es más evidencia de la
reticencia de los primeros Cristianos en admitir esta acusación, y ayuda a
confirmar que Jesús sí dijo algo que fue tomado como amenaza.
Finalmente, hay que citar a Juan
2:18-22:
“Los judíos entonces le dijeron:
“Qué signo puedes darnos que justifique que puedes obrar así? Jesús les
respondió: “Destruid este santuario y en tres días lo levantaré”. Los judíos le
contestaron: Cuarenta y seis años
se ha tardado en construir este santuario, y tú lo vas a levantar en tres días?
Pero él hablaba del santuario de su cuerpo. Cuando fue levantado de entre los
muertos, se acordaron sus discípulos de esto que había dicho, y creyeron en la
Escritura y en las palabras que había pronunciado Jesús”.
En el relato de Juan este intercambio sigue inmediatamente
después de la expulsión de los mercaderes del Templo. Este pasaje es bastante
sorprendente. Se puede observar aquí la estrategia característica de Juan de
hacer que Jesús diga algo que sus interlocutores entienden en un nivel, lo que
da la oportunidad al evangelista de explicar el verdadero significado, el cual
reside en otro nivel. La afirmación de Juan 2:19
muestra cuan profundamente incrustada en la tradición estaba la amenaza de
destruir y la promesa de reconstruir el Templo. Estaba tan firmemente
establecida que no fue puesta a un lado, sino más bien interpretada. Juan, deja
caer, “Yo destruiré”, y enfatiza la
declaración en segunda persona que implica una condición, “(Si) destruyes”. El cambio es necesario para la
explicación del evangelista de que el Templo es el cuerpo de Cristo. Jesús no
pudo haber dicho que iba a destruir su propio cuerpo(40).
Es razonable ver el cambio de sujeto como obra de Juan y suponer que Juan tenía
la tradición contenida en Marcos 14:58, Mat. 26:61,
Marc. 15:29, Mat. 27:40, y Hechos 6:14: Jesús amenazó con la destrucción
del Templo (y quizá predijo su reconstrucción en tres días).
Parece que se trata de una tradición histórica bien
establecida, aunque hay incertidumbre acerca de qué es lo que es esta
tradición. Predijo Jesús la destrucción del Templo (Marc.
13:1) o “amenazó” con ello (Marc. 14:58)?(41).
Mencionó la destrucción-reconstrucción, o solamente la primera? El uso cristológico de la predicción que sería
reconstruido después de tres días es evidente, aunque incluso así Jesús
puede haber predicho sólo esto, pues la aplicación a la resurrección no siempre
es explícita(Marc. 15:29). Si Jesús amenazó
o predijo la destrucción del Templo y su reconstrucción después de tres días, o
sea, si el dicho en cualquiera de sus formas es siquiera aproximadamente
auténtico, su significado estaría claro: predijo la
aparición inminente del juicio y de la nueva era.
El dicho y la acción se corresponden. Ambos señalan hacia la
destrucción del orden presente y la aparición de uno nuevo. Habría que pensar
probablemente que esta expectativa era la de un Templo nuevo que sería dado por
Dios desde el cielo, una expectativa que no es desconocida durante el periodo,
incluso aunque no fuera universal. En este caso la caracterización del Templo “no hecho por manos humanas” podría ser original,
en lugar de una interpretación espiritualizante. Pero si (siguiendo Marc. 13:1; Hech. 6:14) no había predicción de
reconstrucción, el significado sería sólo un poco menos concreto. Jesús sea
amenazó o predijo que Dios pondría fin al Templo presente: o sea, el fin estaba
cerca. Si dijo “destruiré”, se vio a sí
mismo como agente de Dios. Difícil es determinar con certeza la forma original
del dicho. Se pueden excluir, no obstante, algunas posibilidades. Hay que
observar primero que la existencia de la forma de amenaza(“Destruiré”, Marc 14:58;
implicada por Marc. 15:29 y Hech. 6:14, y
quizá Juan. 2:19) hace virtualmente
increíble que el dicho pueda ser un vaticinio “ex
eventu”, una profecía después del evento.
Después que el Templo fuese destruido por los Romanos en el
año 70, los Cristianos no habrían compuesto una amenaza de Jesús de destruirlo,
ni habrían convertido una profecía existente de que el Templo sería destruido
en semejante amenaza. Si sólo tuviéramos las predicciones, se podría creer que
es un “vaticinium”, aunque quizá no uno muy
probable(42), aunque no se puede explicar el
origen de la doble forma de esta manera. Uno tendría que suponer que la
predicción fue compuesta después que fue cumplida en el 70, que un evangelista
o alguien en la tradición pre-Evangélica convirtió creativamente la predicción
en una amenaza e hizo de esta el objeto de un cargo ante el sumo sacerdote que
fracasó por falta de acuerdo en el testimonio, que una de las fuentes de Lucas
en los primeros capítulos de Hechos llegó al mismo cargo
independientemente(difícilmente Lucas pudo haber compuesto esto, habiéndolo
descartado en los Evangelios), y que el cuarto evangelista entendió que la
forma de amenaza del dicho era tan bien conocida que tuvo que tenerla en
cuenta. Es mejor, no obstante, creer que Jesús dijo algo que está detrás de las
tradiciones. Pero predijo él un desastre militar? No es inconcebible que en
tanto que persona sagaz viese a donde el zelotismo llevaría a la nación una
generación más tarde, aunque no hay razón para pensar que este tipo de
observación esté detrás de la doble tradición de predicción y amenaza tal como
la tenemos.
Sea lo que sea lo que Jesús dijo, de una manera u otra se
hizo público. Marcos presenta la predicción de destrucción siendo realizada a
un discípulo(13:1), mientras Mateo tiene “a sus discípulos”(24:1).
Lucas le da al dicho un escenario más amplio(21:5).
Aquí como en otros partes hay que suponer que el escenario es secundario. La
naturaleza pública de la afirmación está implicada al ser usada en cargos
contra Jesús y Esteban.
Se puede concluir que Jesús predijo o amenazó públicamente
la destrucción del Templo, que esta declaración era un reflejo de su
expectativa de la llegada del “eschaton”,
que probablemente también esperaba un nuevo Templo dado por Dios desde el
cielo, y que hizo una demostración que simbolizaba proféticamente el evento
venidero.
Bornkamm, dice que la “limpieza” del Templo es “más que un
acto de reforma para restaurar el servicio del Templo a su pureza original.
Jesús también “limpió el Santuario para la inminente llegada del Reino de
Dios”(43). Aquí la amenaza de destrucción es
puesta de lado al igual que la conexión radical con la escatología.
Según esta hipótesis
la acción y el dicho forman una unidad. Jesús predijo (o amenazó) la
destrucción del Templo y realizó una acción simbólica de su destrucción
manifestándose contra la realización de sacrificios. No quería purificar el
Templo, ni de un comercio deshonesto ni del comercio contrastándolo con el
culto “puro”. Ni se oponía a los sacrificios del Templo que Dios ordenó a
Israel. Trataba, más bien, de indicar que el fin estaba cerca y que el Templo
sería destruido, de manera que pudiese surgir un Templo nuevo y perfecto(44).
La pregunta que aún sigue en pié es si los contemporáneos de
Jesús habrían bien comprendido el simbolismo de la profecía. Seguramente los
Judíos piadosos, no sólo los aprovechados de la clase sacerdotal, se habrían
sentido ofendidos por esta acción en el Templo. Esto se sigue tanto de la
posibilidad intrínseca como de la consecuencia –Jesús fue condenado a muerte,
aparentemente con la aprobación de muchos en Jerusalem. Pero habría la
muchedumbre entendido sin ambigüedad que Jesús trataba de simbolizar la
inminente intervención escatológica de Dios? A esta pregunta no se le puede dar
respuesta cierta(45). Había en ciertos círculos
una expectativa de destrucción y reconstrucción del Templo. Parece pues
razonable que la intención de la acción de Jesús estaba clara para sus
contemporáneos. Incluso si era entendido, la acción y el dicho continuaban
siendo ofensivo. Jesús atacó el funcionamiento del Templo, donde eran expiados
los pecados de Israel, y la muchedumbre pudo simplemente haber desconfiado de su
predicción escatológica o resentido su auto-afirmación personal. Intentar
obtener una respuesta real a todo esto sería llevar una reconstrucción
hipotética demasiado lejos. Es dudoso que se pueda saber con total seguridad
cuan bien era comprendido Jesús y por cuantos de sus contemporáneos.
------------------------
1.
Bultmann (History)
p. 36; Marc. 11:15, 18 vienen del editor; v. 17 es un añadido que ha reemplazado a otro, que
quizá esté conservado en Juan 2:16. Se puede
conjeturar que 11:17-33 seguía
inmediatamente a 11:16, aunque probablemente
no como parte de la misma unidad. Roloff (Der
irdische Jesus), p. 93: la forma más antigua de la narrativa era Marcos 11:15, 18a, 28-33. Vincent Taylor (The Gospel According to St. Mark, 1959) p. 461: la
unidad original es 11:15b-17. Marcos añadió vv. 15a, 18f. Boismard (Synopse
des quatre Évangiles en Français II: Commentaire, 1972), pp. 334-6: Marcos 11:27-33 originalmente seguía la escena de
la “purificación”. Los versículos 17f., 19 son inserciones posteriores. La expulsión
de los mercaderes (11:15) era originalmente
seguida por un dicho mejor conservado en Juan 2:16b. Hay que señalar que Marcos 11:16, ausente tanto en Mateo como en
Lucas, juega un papel muy pequeño en estos análisis. Esta especie de
prohibición general (ver I. Abrahams, “Studies in
Pharisaism and the Gospels I”, 1917), pp. 84f., no encaja bien con el
vuelco de las mesas y es probablemente una adición posterior, aunque pasa
normalmente inadvertida. Se puede dudar también que la admonición sea apropiada
para el templo de Jerusalem, a la vista de la situación de las puertas. En
cualquier caso, no juega papel alguno en este análisis.
2.
Para una lista de estudiosos respecto a Marcos 13:2 como inauténtico, ver G.R.
Beasley-Murray, “A Commentary on Mark Thirteen”,
1957, p. 23. El pasaje es aceptado a menudo como auténtico, de hecho el templo
fue destruido por el fuego (ver Taylor, “St. Mark”,
p. 501). Lloyd Gaston (“No Stone on Another”,
1970, pp. 12f., 65, 244, 424f.) ha señalado correctamente que sólo el marco
redaccional de Marcos 13:2 y paralelos
menciona el templo, y propone que la profecía de destrucción se encuentra en su
forma original en Lucas 19:44, donde se
refiere a la destrucción de Jerusalem. Ofrece en p. 65n.I una bibliografía de
estudiosos que combinan Marcos 13:2 con 14:58 y 15:29 y
considera que Jesús sí predijo o amenazó con la destrucción del templo.
3.
Para la visión que Marcos
14:58 es tanto auténtico como inauténtico, ver Taylor, “St. Mark”, p. 566. Taylor ve el pasaje como
auténtico.
4.
M. Goguel, “Jesus
and the Origins of Christianity”, vol. 1, “The
Life of Jesus”, pp. 412-15, argumenta que el acto y el dicho no forman
una unidad (cf. N. 1), aunque propone que el dicho contra la profanación del
templo era auténtico y que el acto de tumbar las mesas no es histórico y había
sido creado sobre la base del dicho. Los estudiosos no han seguido la propuesta
de Goguel. La acción contra los cambistas y las frecuentes acusaciones en que
Jesús amenazó con destruir el templo se apoyan mutuamente.
5.
Ver el examen de opiniones a cargo de W.D.
Davies, “The Gospel and the Land. Early
Christianity and Jewish Territorial Doctrine”, 1974, pp. 349-52.
6.
Hay cierto debate acerca de lo que tenía lugar
dentro del precinto del Templo y lo que fue relegado a la zona exterior. Según
J. Klausner (“Jesus of Nazareth”, p. 314),
los Fariseos no habrían permitido ventas o cambio de dinero en el Templo,
aunque los Saduceos, entonces en control, pueden haberlo permitido en el patio
exterior. Ver Abrahams, “Studies”, pp. 86:
los cambistas no habrían sido permitidos en el precinto del Templo, aunque los
que daban los beneficios al Templo habrían sido permitidos dentro durante una
semana, desde el 25 de Adar al 1 de Nisan. La compra-venta de animales para
sacrificio normalmente tenía lugar fuera. No se puede establecer la
localización precisa, pero se puede asumir que el comercio era permitido
solamente en el patio de los Gentiles, si es que lo era en algún lugar dentro
del Templo. Jeremías ha explicado mejor la mishnah que se aplica a los
visitantes de la zona del Templo (turistas y otros), a los que se les prohíbe
llevar dinero, no a los que vienen a ofrecer un sacrificio. Ver J. Jermías, “Zwei Miszellen:1. Antik-Jüdische Münzdeutungen. 2. Zur
Geschichtlichkeit der Tempelreinigung”, NTS 23, 1977, pp. 179f.
7.
Edersheim, “The Life
and times of Jesus the Messiah I”, 1936, p. 370.
8.
Ibid.: “La mayoría de
la transacciones impropias eran realizadas para aprovecharse de los pobres”.
9.
Abraham, “Studies I”,
p. 87.
10.
Ibid., p. 88.
11.
Ibid., p. 84.
12.
Ver el argumento de Robert Banks “Jesus and the Law in the Synoptic Tradition”,
1975, p. 208. Según el cual una distinción interno/externo es anacrónica
(discutiendo Mat. 5:17).
13.
Más explícitamente, Bornkamm habla de la acción
como “más que un acto de reforma para restaurar el servicio del Templo a su
pureza original”, “Jesus of Nazareth”, pp.
158., aunque también trataba esto.
14.
Hirsch, “Sacrifice”,
JE 10, p. 617, resume el uso de palomas y tórtolas en los sacrificios así: “servían como holocausto y ofrendas por los pecados en casos
de lustraciones. También servían como holocausto privado, y eran aceptadas como
ofrendas por los pecados de los más pobres y como ofrendas de purificación…..”
Josefo, Anti. Jud. III. 230. Se requerían
muchos pájaros sin defecto.
15.
Salmos de Salomón
17:6-8. Ver Adolf Büchler, “Types of
Jewish-Palestinian Piety from 70 a.C. to 70 d.C.”, 1922, pp. 170-4.
16.
Testamento de Moisés
6:1; Büchler, ibid.
17.
CD 5:7; Salm. Salom.
8:13; cf. Niddah 4:2. Ver “Paul and Palestinian Judaism”, p. 404.
18.
Para una crítica del culto sobre el fundamento
de una diferente halakah, ver Yigael Yadin, “The Scroll of the War of the Sons of Light Against the
Sons of Darkness”, 1962, pp. 198f.
19.
Yoma 19b; “Paul and
Palestinian Judaism”, p. 151.
20.
Nahman Avigad, comentando sobre un
descubrimiento de lo que cree fue una tienda que suplía de incienso y
semejantes al Templo, describe al dueño habiendo “usurpado”
el privilegio para su propio beneficio. Esta información no viene de la
arqueología, sino de aplicar una generalización a una persona particular. Los
sacerdotes en general, escribe “abusaban de su posición…….. mediante el nepotismo y la opresión”
(Discovering Jerusalem), 1983, pp. 130.
21.
Gaston “No Stone on
Another”, p. 85, ofrece una bibliografía de aquellos que ven a Jesús
como reformador religioso y comenta propiamente: “En
contraste con la manera como los Esenios habrían limpiado el Templo, comenzando
con el Sumo Sacerdote y continuando con una reforma de todo el culto, Jesús no
puede ser visto como reformador religioso, limpiando el templo de abusos”.
22.
Albert Nolan, “Jesus
before Christianity”, 1980, p. 102; el tema era solamente el “abuso del dinero y comercio”. Nolan continúa
afirmando que hay evidencia de fraude y robo, citando a Jeremías, “Jerusalem in the Time of Jesus”, pp. 33. Sin
embargo esas páginas no contienen semejante evidencia.
23.
La autenticidad de Marcos
11:17 es puesta en duda también por Georg Klinzing, “Die Umdeuteung des Kultus in der Qumrangemeinde und im
Neuen Testament”, 1971, p. 209. Ver también Maria Trautmann, “Zeichenchafte Handlungen Jesu”, 1980. No duda
nunca que “purificar” es el término correcto, aunque argumenta persuasivamente
contra la autenticidad de Marc. 11:17(pp.
87-90).
24.
Roloff, “Der
irdische Jesus”, p. 93.
25.
Harvey, “Constraints”,
p. 132 y notas.
26.
ver W.D. Davies, “The
Gospel and the Land”, p. 349. Ver el trato sensitivo a cargo de Moule, “Birth”, pp. 21-5.
27.
Davies, loc. Cit.
28.
En beneficio del argumento se acepta el punto de
vista que el comercio, o parte de este, se realizaba en el patio de los
Gentiles. Devies defiende esta localización, “The
Gospel and the Land”, pp. 350.
29.
Comparar el argumento de J.D. M. Derrett, “The Zeal of thy House and the Cleansing of the Temple”,
Downside Review 95, 1977, pp. 79-94. Propone que la expulsión de los mercaderes
es algo que ya contemplaban los profetas, ver Zac.
14:21 y otros pasajes que no parecen ser muy relevantes.
30.
Uno puede concebir que Jesús quería purificar el
Templo, y simultáneamente redefinir lo que es la pureza de manera tal a
eliminar los estándares de distinción entre lo sagrado y lo profano. La
redefinición involucraría purgar lo externo (sacrificios) a favor de lo interno
(oración). Se puede pensar, por ejemplo, en el punto de vista de Käsemann de
que esto es lo que Jesús hizo en Marc. 7:15:
“no es la comida lo que hace impuro, sino lo que sale
del corazón”.
31.
Gaston “No Stone on
Another”, p. 87. Objeta fuertemente a sacar demasiadas conclusiones
sobre la posibilidad que la “purificación/limpieza” tuviese lugar en el patio
de los Gentiles.
32.
Trautmann, “Zeichenhafte
Handlungen”, pp. 120-22.
33.
Ver Jeremías, “Proclamation”,
p. 145; Meyer, “Aims”, p.238; H.W. Bartsch,
“Jesus. Prophet und Messias aus Galiläa”,
1970, p. 48; Boismard, “Synopse II”, p. 408:
era la casta sacerdotal la que estaba exasperada al ver a Jesús posar como
reformador religioso respecto a la práctica del culto.
34.
Por ejemplo, Roloff, “Der
irdische Jesus”, p. 95; Brandon, “Jesus and
the Zealots”, p. 338; cf. Meyer, “Aims”,
p. 170: La acción de Jesús estaba cargada de simbolismo; Gaston, “No Stone on Another”, p. 86: La acción era
simbólica.
35.
(58)Hengel, “Was
Jesus a Revolutionist?”, pp. 16f. Cf. Dodd, “Founder”,
pp. 144. La fuerza que efectuó esto era simplemente la autoridad personal con
la que Jesús se enfrentó a la muchedumbre.
36.
Ver la siguiente nota.
37.
A favor de esta interpretación, ver R.J.
McKelvey, “The New Temple. The Church in the New
Testament”, 1969, p. 66 (señala la venida del reino de Dios); pp. 71 (La
nueva era tendrá su templo……); James D.G. Dunn, “Unity
and Diversity in the New Testament”, 1977, p. 324(Los discípulos de
Jesús entendieron la acción como señal de una renovación escatológica centrada
en el Monte Sión y en un Templo escatológicamente renovado o
reconstruido);Trautmann, “Zeichenhafte Handlungen”,
pp. 124, 126, 129, 386. En la página 130 argumenta que la acción no era “profética”, dado que no se invoca al Señor. Su
posición es interesante, dado que mantiene que Jesús intentó purificar el
Templo de las prácticas corruptas del momento, aunque posteriormente ve en ello
que la acción apunta hacia un nuevo Templo. La fuerza real de un evento es más
aguda en su manifestación cuando no es confundida con otra interpretación que
compita con ella.
38.
Bultmann, “History”,
p. 36.
39.
La principal alternativa para comprender el
significado en Marcos ha sido bien argumentada por Donald Juel, “Messiah and Temple: The Trial of Jesus in the Gospel of
Mark”, 1977. Su principal conclusión es que el autor de Marcos tenía en
mente a la comunidad Cristiana en tanto que Templo no hecho por hombres. Ver
también Dodd, “Founder”, pp. 89.; Klinzing,
“Umdeutung”, pp. 202. Klinzing (p. 204)
también argumenta que las frases “hecho por hombres”
y “no hecho por hombres”, no aparece en
Mateo, serían una adición secundaria.
40.
Cf. Gaston, “No
Stone on Another”, p. 71.
41.
Bultmann: Un dicho acerca del Templo se remonta
a Jesús, pero hay que permanecer en la incertidumbre acerca de la forma (History, pp. 120; Ergäzungsheft, pp. 46, con bibliografía).
En el Ergänzungsheft corrige su primer punto de vista de que el dicho tiene una
base mitológica y lo sitúa correctamente en el marco de lo apocalíptico
Judío(en el sentido de la escatología). Dieter Lührmann trata el dicho de
manera instructiva. Dice que Marcos veía la amenaza en Marcos
14:58 como no auténtica, aunque aceptó la predicción de 13:2. Se puede
estar seguro que hubo un dicho y sospechar que la versión en 14:58 está más cerca del original. Ver Lührmann, “Markus 14:55-64. Christologie und Zerstörung des Tempels
im Markusevangelium”, NTS 27, 1981, pp. 457-74.
42.
Gaston (No Stone on
Another, p. 45) cita un verdadero “vaticinium
ex eventu” sobre la destrucción de Jerusalem de Lactantius, “Divine Institutions IV.21”. es mucho más explícito
y detallado que cualquier otro en los Evangelios.
43.
Bornkamm, “Jesus of
Nazareth”, pp. 158.
44.
El punto de vista que Jesús esperaba un Templo
nuevo para el fin de los tiempos, no es de ninguna manera único, aunque está a
menudo mezclado con la interpretación de la acción como limpieza(Trautmann y
otros. Para el punto de vista que Jesús esperaba un nuevo Templo, ver Klinzing,
“Umdeutung”, p. 205; Meyer, “Aims”, pp. 168-70; 181-5; 197.
45.
Harvey, “Constraints”, pp. 133, propone que la
acción no fue entendida inmediatamente, sino que habría sido entendida como una
afirmación de su autoridad.